sábado, 9 de mayo de 2009

Fiebre

He revisado este texto después de haber hecho el curso de corrección, y me he dado cuenta de las burradas que hago con los gerundios, leísmos y demás... voy a tener que revisarlo todo.
Este es uno de los que más me gustan de Reger (mi personaje de Neverwinter), por no decir el que más. Sé que es largo y que si no conocéis a los personajes no se entiende bien ni resulta interesante, y que si conocéis a los personajes ya habéis leído el relato... pero me apetecía ponerlo aquí xD



Alarga una mano y la mujer se la coge, observándolo con una mirada triste en sus ojos violáceos.

― Creía que era culpa mía― susurra ella, apretando su mano con fuerza―. Que no nacieras sano, que él te tratase así, que te marcharas… no podía seguir viviendo con este dolor.

Lo suelta lentamente y comienza a alejarse caminando de espaldas. Él baja la vista, desde el conocido rostro hasta la daga que Elanor lleva clavada en el vientre. La sangre, tan roja como su cabello, brota incesante de la herida. Se da cuenta de que sus dedos estaban helados.

― Madre…― alarga la mano de nuevo para intentar llegar hasta ella.

― Pero ahora lo comprendo― su dulce expresión cambia, su mirada se torna gélida―. La culpa siempre fue tuya. Debiste aprender a complacerlo, a complacernos a ambos.

― Madre, lo siento…― se incorpora, pero vuelve a caer tumbado, la habitación se mueve demasiado. Todo se balancea.

Mira hacia donde estaba, con el brazo aún extendido, y en su lugar se alza un hombre maduro pero fuerte, que sostiene una espada desenvainada. Da dos pasos hacia él, revelando una leve cojera. Su rostro sólo deja ver odio y desprecio.

― Así que aún sigues vivo. Nunca pensé que durarías tanto.

― Padre, lo siento, me esforzaré…

― ¿Que te esforzarás?― Derek Wornstein se echa a reír, con unas carcajadas crueles y sin rastro de alegría―. Como si fuese a servir de algo, eres un maldito inútil.

Se abalanza sobre él, lleva la punta de la espada hasta su pecho y la clava lentamente. El dolor es espantoso, pero no hay ninguna herida, la sangre brota por su boca y por los cortes abiertos en sus brazos. Intenta gritar, pero le falla la voz, necesita beber agua y le falta el aire. El balanceo se hace más pronunciado y cierra los ojos un momento, tratando de contener las náuseas. De fondo escucha la voz de una bella elfa.

― Debiste hacerles caso, debiste quedarte con ellos…― susurra Narawen con tono triste.

Abre los ojos con esfuerzo para enfrentarse a su padre, que ahora es una chica de cabello castaño rojizo que le mira con expresión preocupada, sentada a su lado.

― Tranquilo, guapo, estoy contigo―. Elisse le aparta el pelo húmedo de sudor de la ardiente frente, en un gesto cariñoso, y posa la otra mano en su pecho―. Te sentirás mejor enseguida.

Deja caer los párpados con un débil suspiro, reconfortado por la caricia. Los levanta de nuevo y ya no es Elisse, tiene el pelo morado y dos cuernos en la frente.

― Duerme, cielo, cierra los ojos y duerme― Larnya le sonríe mientras le acaricia, pero su sonrisa es extraña―. Quizá tengas suerte y ya no despiertes.

La tiefling le coge una mano y la lleva hasta uno de sus pechos. La mira sorprendido y quien le devuelve la mirada es una semielfa de rostro seductor.

― No seas tímido, cariño― ríe Adhara, metiendo una mano bajo las sábanas―. ¿Sabes?, siempre lo hablamos entre nosotras, sólo somos tus amigas porque nos das lástima.

La semielfa se sienta a horcajadas sobre él, aproxima su rostro al suyo y juega con la mano entre sus piernas. Él gime e intenta liberarse de la gigantesca araña negra en que se ha convertido Adhara. Queda totalmente abrumado por el terror, sin poder parar de temblar y con el corazón latiendo tan rápido y tan arrítmicamente que siente la sangre golpeando sus sienes. El pánico le llena y le pide que corra, que se libere de ese ser que le acaricia con sus repugnantes patas y chorrea saliva venenosa en su cara. Pero no tiene fuerzas, no puede moverse y su corazón va a estallar de terror. Todo lo que consigue es dar un grito, casi un sollozo, y la araña chilla con él en un escalofriante aullido agónico. Tiene un estoque clavado en las entrañas y se desliza a un lado, muerta y rígida. Un enorme mul arranca el arma del cuerpo, mirándolo con unos severos ojos azules. Warrick no pronuncia palabra, no es necesario. Lo ha salvado de nuevo, mientras él se quedaba parado sin hacer nada. Una melodía agradable llena sus oídos, el estoque del mul es ahora un laúd tocado hábilmente por un bardo de cabellos blancos y alegres vestiduras azules.

― ¿El tercer mejor bardo de todo Rinth? Qué fácil es reírse de ti, amigo Reger.

Arganos suelta una carcajada en su habitual tono despreocupado, que se convierte en un fuerte rugido. Le salen garras y alas, su pelo se torna pelirrojo, y el joven Alex clava en él sus pupilas verticales.

― Mírame, he cambiado y me he hecho fuerte, y tú sigues igual. No sé ni para qué te molestas, tu padre tenía razón; eres un inútil.

La fuerte figura disminuye de tamaño y un apuesto elfo moreno de negros ojos le sonríe de manera encantadora.

― Debe de ser duro no estar a la altura de las expectativas…

Sydd parece derretirse, como si estuviese hecho de cera, y él sólo quiere cerrar los ojos y dormir, dormir para que paren los violentos temblores y el malestar físico, dormir para que cese el dolor que le desgarra, dormir para siempre. Una estridente voz de gnomo resuena en su dolorida cabeza, impidiéndole ignorar el escalofriante desfile de gente y el balanceo del suelo y las paredes.

― ¡Cid se sacrificó por Eves!― chilla el mago―. ¿Y qué hizo Reger para salvar a Eves?

― Autocompadecerse y beber, sin intentar solucionarlo― contesta Colmund, con una expresión mezcla de furia y compasión en su bello rostro aasimar.

La sed comienza a ser acuciante, su garganta tiene la textura de una lija. Observa impotente cómo los rasgos del paladin se tornan élficos, sin poder decir una palabra ni dejar de temblar.

― Te quedas parado, no avanzas…― dice Sioth tristemente y se encoge de hombros―. ¿No encuentras tu camino? Yo no te guiaré.

El elfo del bosque se hace esbelto, todo su cuerpo cambia, una capucha cubre su rostro y Neres le pone una mano en el hombro tembloroso.

― No aprovechas tus habilidades, es una lástima.

― No hables con él― sisea otra voz femenina, una oscura y sinuosa silueta de formas exuberantes aparece de la nada junto a la adolescente y la aparta de su lado de un tirón―. Te volverías igual de patética.

El rabo de Ophet desaparece y su figura se funde en otra más corpulenta y masculina, los ojos rojizos de Quarrel se clavan en él desde el interior de su capucha.

― Sigo sin quejas… no como tú, que no haces otra cosa.

La capucha se transforma en un niqab, que deja parcialmente descubierto el rostro de una mujer de piel tostada.

― Reger, tengo que pedirte un favor― le dice la kussiana, con tono educado, y le toma una mano.

― Agua… ― suplica él.

― Bebe esto― le ofrece Garayn suavemente mientras le acerca una cantimplora a los labios.

Se incorpora haciendo un gran esfuerzo y bebe ansioso. Tiene un sabor extraño, es algo terriblemente gélido. El movimiento de la habitación se va haciendo brusco por momentos, ya no sólo se balancea, ahora gira, y la cosa horrible que le han hecho beber se revuelve en su estómago.

Sin saber cómo, logra moverse hasta el borde de la cama y vomita en el suelo, con sus últimas fuerzas. La kussiana ha desaparecido. El charco del suelo es totalmente negro, casi etéreo, hecho de sombras. Se mueve a un ritmo pulsante que recuerda haber observado antes, y su sola presencia le hace vomitar de nuevo. Aquello se va alzando, tomando forma humana, pero su visión se nubla completamente y después ya no ve nada.



El roce de un brazo que rodea su cintura lo saca de su sueño febril. Se mueve un poco, acomodándose sin abrir los ojos. Nota el pecho de Eves apretarse contra su espalda, y sus labios besándole el cuello con suavidad. Apenas recuerda los delirios de antes, se encuentra algo mejor después de haber dormido y la presencia del aasimar a su lado lo alivia aún más. Eves le pone una mano agradablemente fría en la frente, refrescando su piel.

― Me quedaré contigo hasta que estés mejor― le susurra en el oído.

Suspira agradecido y se dispone a dormirse de nuevo, pero una leve sensación de alarma se abre paso entre las brumas de la fiebre. La mano que hay en su frente está demasiado fría, el abrazo que le rodea es gélido. Y hay algo más que su confusa mente no advierte, no puede pensar con claridad.

― Me quedaré contigo… ― la voz del aasimar suena diferente, como cascada, y su aliento tiene el hedor de la tumba.

Un retazo de lucidez llega a él con la fuerza de un rayo y le deja sin respiración a causa de la impresión y del dolor. Eves se marchó, sin despedirse siquiera. Lo que hay tras él es otra cosa.

Su parte más infantil le insta a mantener los párpados apretados, a cubrirse la cabeza con la sábana y no moverse, le asegura que si lo ignora se marchará. Pero hace ya tiempo que dejó de ser un niño, así que reúne valor y se da la vuelta, abriendo los ojos al mismo tiempo.

Grita, pese a la sequedad de su garganta. Y después grita de nuevo. A su lado está el cadáver putrefacto que él, Warrick y Sioth desenterraron en el Bosque Verde, aún parcialmente cubierto por el sudario. Su brazo pútrido rodea su cintura, y le sonríe. Lo aparta de sí, reuniendo fuerzas, y entonces Eves, un Eves sano y saludable, y vivo, lo mira preocupado y lo sujeta para que no se caiga de la cama.

― Cálmate, amor, no pasa nada― le dice en voz baja, mirándole a los ojos―. Tienes fiebre y te imaginas cosas, pero todo va bien.

Asiente, se deja abrazar y entierra la cabeza en su pecho. Y de nuevo llega la sensación de alarma. Eves se marchó.

― No me quedé contigo porque nunca estarás mejor― le susurra, con una mueca de desprecio. Su voz cambia, ahora es levemente ronca, suave, pausada… su propia voz―. Nunca fuiste suficiente para mí, siempre lo has sabido.

Una negra y gélida versión de sí mismo le sonríe de forma ambigua, sin dejar de abrazarlo por la cintura.

― Yo sí me quedaré contigo, a pesar de todo.

Ríe y se desvanece, dejándolo solo.

2 comentarios:

El_Darko dijo...

No has corregido lo peor del relato: la presencia de Eves xDDDD

Dama Blanca dijo...

Son las seis y dos minutos. No pienso leerme algo tan largo a estas horas Ç_Ç

Pero volveré.

Sayonara, baby.